Gertrudis
Gómez de Avellaneda fue y sigue siendo, una
de las mayores representantes de la literatura cubana y en general de la
literatura del Romanticismo, ya que aun siendo mujer, sobre todo en la época en
la que le tocó vivir, llegó a alcanzar el éxito y la fama haciendo lo que más
le gustaba, que era, escribir.
Gertrudis
nació el 23 de marzo del año 1814 en Cuba, más concretamente en la región de
Camagüey.
Fue llamada
coloquialmente y familiarmente: "Tula".
Se la
considera una de las precursora del feminismo en España y una de las más
grandes poetisas en lengua castellana.
Sus
antepasados eran españoles, por parte de padre eran de Sevilla y por parte
materna eran de las Islas Canarias y el País Vasco.
Pasó su
niñez en Cuba y residió allí hasta el año 1836, en el que se trasladó con toda
su familia a España, pasando primero por Burdeos. En este viaje es donde
Gertrudis comenzó a escribir poesías.
Cuando
llegaron a España se establecieron en La Coruña, donde vivían algunos familiares, y allí fue
donde nació realmente su pasión por la poesía, lo cual es totalmente
comprensible, pues los paisajes gallegos te invitan a soñar y despiertan la
magia de la poesía.
Incluso yo misma, Myriam Cobos, después de pasar unas vacaciones en Galicia vine
con la inspiración abierta y comencé también a escribir poemas, desde entonces, no he parado.
En Galicia, Gertrudis mantiene una relación con Mariano Ricafort Palacín y Abarca, pero él
la deja porque no le gusta que su novia escriba poemas y en general que se
dedique a escribir.
Después de
este desengaño se marchó a vivir a Sevilla junto a su hermano Manuel Gómez de
Avellaneda, y allí, publicó versos en varios periódicos de Cádiz y Sevilla con
el seudónimo de “La Peregrina”, tuvieron muy buena aceptación y comenzó a ser
conocida como escritora de gran reputación.
Es allí, en
Sevilla donde en 1839 conoce al gran amor de su vida, a Ignacio de Cepeda y
Alcalde, con el que vive una atormentada relación amorosa, de la que no se
siente correspondida como ella quisiera, esto le hace escribir poemas de
desamor y desgarra su corazón para crear obras intensas y profundas.
Son muy
famosas las cartas que escribió para él en las que muestra sus sentimientos más
íntimos.
Después de
este otro fracaso sentimental decide en el otoño de 1840 marchar a vivir a
Madrid.
En Madrid
fue donde pudo hacer amistad con literatos y escritores de la época y tan solo
en un año publicó su primera colección de versos, animada por estas amistades.
Un año
después, en 1842, publica “Dos mujeres”, una novela, en la que defiende el
divorcio como la solución a una unión no deseada, con esta obra es con la que
empieza su polémica defensa de la mujer, apareciendo con su publicación
detractores contra su feminismo.
También
publica una novela de corte social “Espatolino”, en la que denuncia la penosa
situación en la que se encuentra el Sistema Penitenciario, granjeándose aún más detractores.
Pero Gertrudis era una mujer que no tenía miedo de defender sus
creencias y sus pensamientos, a través de lo que mejor sabía hacer que era
escribir, su pluma era un estilete que pinchaba haciendo sangrar a lo más
rancio de la sociedad, haciendo públicas las miserias del sistema y a la vez
llenando los vacíos con amor.
Un año
después comienza a escribir teatro y estrena en 1844 su obra de teatro “Alfonso
Munio”, obtiene con ella un éxito apoteósico y su fama comienza a subir como la
espuma.
Cuando ya es
famosa conoce al poeta Gabriel García Tassara, con el que también inicia una
relación de amor tormentosa, sobre todo colmada de celos, ya que el poeta desea poseerla
para él, apartándola de todos los hombres que la siguen, pero tampoco se quiere
casar con ella, lo que crea en Gertrudis unas contradicciones muy fuertes.
El
poeta Tassara comienza a escribir versos criticando la arrogancia y la
coquetería de "Tula", versos de crítica y reproche que intentan desacreditar a la
escritora.
Pero ella
está muy enamorada, y pese a todo esto, viven una pasión desenfrenada, Gertrudis
queda embarazada y él la abandona, en esa situación de soledad escribe uno de
sus mejores poemas “Adiós a la lira” en la que hace una despedida de la poesía,
porque piensa que ese es su fin como escritora.
Gertrudis
tiene a su hija María, pero la niña nace muy enferma y muere a los siete meses,
intenta en vano conseguir que su padre la vea antes de morir, pero tampoco ese último deseo lo consigue.
Destrozada
por todo ello, sigue escribiendo, ya como refugio y también como medio de vida,
tanto es así que a partir de entonces figuró entre los escritores de mayor
renombre, convirtiéndose en la mujer más importante de la cultura de Madrid.
En 1846 se
casa con Pedro Sabater, que era por entonces, el gobernador civil de Madrid,
éste padecía una grave enfermedad y recién casados viajaron a París para
intentar conseguir una cura para la enfermedad, pero al regresar, Pedro Sabater
muere.
Gertrudis, queda
de nuevo sola y totalmente desesperada, por lo que decide recluirse en el
centro espiritual de “La solitude de Martillac”, que pertenecía a de la Sagrada
Familia de Burdeos.
Este ingreso es el comienzo de un direccionamiento
hacia la religión, que no solo se haría presente en su vida, sino también en su
obra.
Una vez
recuperada, siguió escribiendo y consiguiendo más éxitos, por lo que decidió
presentar su candidatura a la Real Academia Española de la Lengua, pero el sillón fue concedido
a un hombre, no permitiendo así que una mujer lo pudiese ocupar.
Esto enervó a
Gertrudis y todavía fue más contundente en sus escritos en defensa de la mujer.
En este año
escribe “La Mujer”, un grupo artículos dirigidos a intentar demostrar la igualdad
intelectual entre mujeres y hombres.
En 1856,
Gertrudis se volvió a casar, esta vez con el político, D. Domingo Verdugo, dos
años después fracasó su estreno de la comedia “Los Tres amores” en la que
arrojaron un gato a la escena, D. Domingo, marido de Gertrudis, echó la culpa a
Antonio Ribera, se enfrentó con él en la calle y éste hirió de gravedad al
marido de Gertrudis.
Por este
motivo, y porque pensaban que el clima de Cuba sanaría las heridas de D. Domingo,
viajaron a Cuba, donde ya era muy conocida como escritora y la recibieron con
celebraciones, incluso le hicieron una gran fiesta en el Liceo de la Habana,
donde fue proclamada Poetisa Nacional Cubana.
Dos años
después, moría su esposo, lo que volvió a acercarla a la espiritualidad y el
misticismo, incluso a una devoción religiosa.
De aquí
surgieron sus mayores éxitos en el teatro con dos dramas bíblicos: “Saúl” y “Baltasar”esta última considerada como su obra cumbre.
Un año
después, en 1864, Gertrudis Gómez de Avellaneda viaja a Nueva York, Londres,
París y Sevilla, para finalmente regresar a Madrid, donde falleció en 1873 a los
58 años, sus restos fueron trasladados al cementerio de Sevilla junto a los de
su esposo y su hermano, donde aún se conservan.
Despido este
artículo con las propias palabras de Gertrudis, en una carta a Cepeda, después de
la muerte de su hija, donde define muy bien su desgarrado sentimiento de
desesperanza:
“Envejecida
a los treinta años, siento que me cabrá la suerte de sobrevivirme a mí propia,
si en un momento de absoluto fastidio no salgo de súbito de este mundo tan
pequeño, tan insignificante para dar felicidad, y tan grande y tan fecundo para
llenarse y verter amarguras”.
Gertrudis
Gómez de Avellaneda
Una impresionante mujer, prueba de superación constante y
prueba también de cómo se pueden trasladar a la literatura las emociones de la
vida, y cómo la literatura te salva y protege de todos los males terrenos, haciendo
volar el alma hasta lugares seguros donde nada puede hacerte mella.
Myriam Cobos Castaño
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