miércoles, 28 de diciembre de 2016

IGLESIA DE SAN JOSÉ (MADRID)


La iglesia de San José está situada en pleno centro de Madrid, concretamente en el número 43 de la famosa calle de Alcalá, justo en el cruce con la Calle Gran Vía y enfrente del edificio de Bellas Artes.

Este templo es de estilo Barroco y Rococó, fue fundado por el Duque de Frías, y construido por Pedro de Ribera en 1730. El templo está dedicado a la advocación de San José.


La Iglesia se construyó en el lugar en donde había un antiguo convento, el convento de San Hermenegildo, que había sido construido por orden de Fray Nicolás de Jesús y María, y el cardenal Gaspar de Quiroga y Vela. 

El templo tardó 19 años en construirse y fue finalmente demolido en el s. XVIII para construir la actual Iglesia de San José.

La iglesia de San José es una gran iglesia, con una fachada muy ornamentada, es un edificio de gran altura que se compacta con los edificios colindantes que compiten en igual altura y belleza.

Por desgracia, en 1912 sufrió una mala restauración y perdió prácticamente su fachada original, las otras imágenes que estaban en hornacinas, pasaron al atrio de la Iglesia, las imágenes de San José y San Hermenegildo.



En la parte central de la fachada, hay una gran hornacina con la imagen de la Virgen del Carmen.

El interior es nave de cruz latina, con tres naves divididas por grandes pilares de orden toscano.


La Iglesia tiene dos grandes cúpulas, una en la nave central y otra en una nave lateral, en la capilla dedicada a Santa Teresa.

La capilla de Santa Teresa es muy singular, con su cúpula, su altar y todo lo que pareciera estar independiente y unido a la iglesia, tiene planta de cruz griega y fue añadida a la central en el s. XVIII.



El altar de la capilla de Santa Teresa es muy rico en pinturas y ornamentación, con la figura de Santa Teresa y el Espíritu Santo.

En el altar mayor se alza una impresionante imagen de la Virgen del Carmen, obra del escultor Roberto Michel.


Las bóvedas y pechinas de la iglesia están decoradas con pinturas de Luis González Velázquez.



La iglesia de San José es rica en obras de arte, 


contiene unas imágenes muy interesantes de diferentes escultores e imagineros, así como pinturas de gran valor, entre las que destacan: el Cristo crucificado de Alonso de Mena del año 1631, el Cristo yacente de Sánchez Barba y la figura de San José de Luis Salvador Carmona, entre otras muchas.



Es un templo, que por su ubicación, ha visto acontecimientos muy importantes, como por ejemplo: la boda entre Simón Bolívar y María Teresa del Toro y Alayza en 1802, de la que queda constancia en una placa regalada por Venezuela al templo.


En la Iglesia de San José también fue ordenado sacerdote el insigne escritor Lope de Vega y celebró en ella su primera misa.

Y como curiosidad, contaros, que para mí personalmente, en ella tuvo lugar otro acontecimiento muy importante, quizás el más importante para mí sin duda, pues sin él, hoy no os estaría escribiendo estas líneas, que fue: la boda de mis padres el 29 de noviembre de 1968.

Desde aquí quiero dedicarles este artículo, con mi agradecimiento para ellos, que ya no están en vida, pero que siguen acompañándome desde el corazón.



Myriam Cobos
Fotografías propiedad de Myriam Cobos


jueves, 8 de diciembre de 2016

GERTRUDIS GOMEZ DE AVELLANEDA


Gertrudis Gómez de Avellaneda fue y sigue siendo, una de las mayores representantes de la literatura cubana y en general de la literatura del Romanticismo, ya que aun siendo mujer, sobre todo en la época en la que le tocó vivir, llegó a alcanzar el éxito y la fama haciendo lo que más le gustaba, que era, escribir.

Gertrudis nació el 23 de marzo del año 1814 en Cuba, más concretamente en la región de Camagüey.

Fue llamada coloquialmente y familiarmente: "Tula".

Se la considera una de las precursora del feminismo en España y una de las más grandes poetisas en lengua castellana.

Sus antepasados eran españoles, por parte de padre eran de Sevilla y por parte materna eran de las Islas Canarias y el País Vasco.

Pasó su niñez en Cuba y residió allí hasta el año 1836, en el que se trasladó con toda su familia a España, pasando primero por Burdeos. En este viaje es donde Gertrudis comenzó a escribir poesías.

Cuando llegaron a España se establecieron en La Coruña, donde vivían algunos familiares, y allí fue donde nació realmente su pasión por la poesía, lo cual es totalmente comprensible, pues los paisajes gallegos te invitan a soñar y despiertan la magia de la poesía. 
Incluso yo misma, Myriam Cobos, después de pasar unas vacaciones en Galicia vine con la inspiración abierta y comencé también a escribir poemas, desde entonces, no he parado.


En Galicia, Gertrudis mantiene una relación con Mariano Ricafort Palacín y Abarca, pero él la deja porque no le gusta que su novia escriba poemas y en general que se dedique a escribir.

Después de este desengaño se marchó a vivir a Sevilla junto a su hermano Manuel Gómez de Avellaneda, y allí, publicó versos en varios periódicos de Cádiz y Sevilla con el seudónimo de “La Peregrina”, tuvieron muy buena aceptación y comenzó a ser conocida como escritora de gran reputación.

Es allí, en Sevilla donde en 1839 conoce al gran amor de su vida, a Ignacio de Cepeda y Alcalde, con el que vive una atormentada relación amorosa, de la que no se siente correspondida como ella quisiera, esto le hace escribir poemas de desamor y desgarra su corazón para crear obras intensas y profundas. 
Son muy famosas las cartas que escribió para él en las que muestra sus sentimientos más íntimos.

Después de este otro fracaso sentimental decide en el otoño de 1840 marchar a vivir a Madrid.

En Madrid fue donde pudo hacer amistad con literatos y escritores de la época y tan solo en un año publicó su primera colección de versos, animada por estas amistades.


Un año después, en 1842, publica “Dos mujeres”, una novela, en la que defiende el divorcio como la solución a una unión no deseada, con esta obra es con la que empieza su polémica defensa de la mujer, apareciendo con su publicación detractores contra su feminismo.

También publica una novela de corte social “Espatolino”, en la que denuncia la penosa situación en la que se encuentra el Sistema Penitenciario, granjeándose aún más detractores. 

Pero Gertrudis era una mujer que no tenía miedo de defender sus creencias y sus pensamientos, a través de lo que mejor sabía hacer que era escribir, su pluma era un estilete que pinchaba haciendo sangrar a lo más rancio de la sociedad, haciendo públicas las miserias del sistema y a la vez llenando los vacíos con amor.

Un año después comienza a escribir teatro y estrena en 1844 su obra de teatro “Alfonso Munio”, obtiene con ella un éxito apoteósico y su fama comienza a subir como la espuma.

Cuando ya es famosa conoce al poeta Gabriel García Tassara, con el que también inicia una relación de amor tormentosa, sobre todo colmada de celos, ya que el poeta desea poseerla para él, apartándola de todos los hombres que la siguen, pero tampoco se quiere casar con ella, lo que crea en Gertrudis unas contradicciones muy fuertes.

El poeta Tassara comienza a escribir versos criticando la arrogancia y la coquetería de "Tula", versos de crítica y reproche que intentan desacreditar a la escritora.

Pero ella está muy enamorada, y pese a todo esto, viven una pasión desenfrenada, Gertrudis queda embarazada y él la abandona, en esa situación de soledad escribe uno de sus mejores poemas “Adiós a la lira” en la que hace una despedida de la poesía, porque piensa que ese es su fin como escritora.

Gertrudis tiene a su hija María, pero la niña nace muy enferma y muere a los siete meses, intenta en vano conseguir que su padre la vea antes de morir, pero tampoco ese último deseo lo consigue.

Destrozada por todo ello, sigue escribiendo, ya como refugio y también como medio de vida, tanto es así que a partir de entonces figuró entre los escritores de mayor renombre, convirtiéndose en la mujer más importante de la cultura de Madrid.

En 1846 se casa con Pedro Sabater, que era por entonces, el gobernador civil de Madrid, éste padecía una grave enfermedad y recién casados viajaron a París para intentar conseguir una cura para la enfermedad, pero al regresar, Pedro Sabater muere.

Gertrudis, queda de nuevo sola y totalmente desesperada, por lo que decide recluirse en el centro espiritual de “La solitude de Martillac”, que pertenecía a de la Sagrada Familia de Burdeos. 

Este ingreso es el comienzo de un direccionamiento hacia la religión, que no solo se haría presente en su vida, sino también en su obra.

Una vez recuperada, siguió escribiendo y consiguiendo más éxitos, por lo que decidió presentar su candidatura a la Real Academia Española de la Lengua, pero el sillón fue concedido a un hombre, no permitiendo así que una mujer lo pudiese ocupar.

Esto enervó a Gertrudis y todavía fue más contundente en sus escritos en defensa de la mujer.

En este año escribe “La Mujer”, un grupo artículos dirigidos a intentar demostrar la igualdad intelectual entre mujeres y hombres.

En 1856, Gertrudis se volvió a casar, esta vez con el político, D. Domingo Verdugo, dos años después fracasó su estreno de la comedia “Los Tres amores” en la que arrojaron un gato a la escena, D. Domingo, marido de Gertrudis, echó la culpa a Antonio Ribera, se enfrentó con él en la calle y éste hirió de gravedad al marido de Gertrudis.

Por este motivo, y porque pensaban que el clima de Cuba sanaría las heridas de D. Domingo, viajaron a Cuba, donde ya era muy conocida como escritora y la recibieron con celebraciones, incluso le hicieron una gran fiesta en el Liceo de la Habana, donde fue proclamada Poetisa Nacional Cubana.


Dos años después, moría su esposo, lo que volvió a acercarla a la espiritualidad y el misticismo, incluso a una devoción religiosa.

De aquí surgieron sus mayores éxitos en el teatro con dos dramas bíblicos: “Saúl”  y “Baltasar”esta última considerada como su obra cumbre.

Un año después, en 1864, Gertrudis Gómez de Avellaneda viaja a Nueva York, Londres, París y Sevilla, para finalmente regresar a Madrid, donde falleció en 1873 a los 58 años, sus restos fueron trasladados al cementerio de Sevilla junto a los de su esposo y su hermano, donde aún se conservan.

Despido este artículo con las propias palabras de Gertrudis, en una carta a Cepeda, después de la muerte de su hija, donde define muy bien su desgarrado sentimiento de desesperanza:

“Envejecida a los treinta años, siento que me cabrá la suerte de sobrevivirme a mí propia, si en un momento de absoluto fastidio no salgo de súbito de este mundo tan pequeño, tan insignificante para dar felicidad, y tan grande y tan fecundo para llenarse y verter amarguras”.

Gertrudis Gómez de Avellaneda

Una impresionante mujer, prueba de superación constante y prueba también de cómo se pueden trasladar a la literatura las emociones de la vida, y cómo la literatura te salva y protege de todos los males terrenos, haciendo volar el alma hasta lugares seguros donde nada puede hacerte mella.

Myriam Cobos Castaño

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domingo, 4 de diciembre de 2016

EL TAICHÍ (del libro EL TAICHÍ DELCORAZÓN)


Debo dejar muy claro que el Taichí es, ante todo, un Arte Marcial.

Por eso, si alguien nos preguntara a bote pronto: ¿Qué es el Taichí? tendríamos que contestar con total contundencia: Es un arte marcial.

Este Arte Marcial procede de China, allí surgió como una forma de defensa y ataque contra los enemigos físicos, su práctica se inició en los campamentos militares.

Cuenta la leyenda, que los soldados se ejercitaban practicando este Arte Marcial, era la manera que tenían de estar en forma mientras esperaban el comienzo de alguna batalla.

Practicaban cada día, aun en tiempos de paz, para estar siempre preparados,  alerta y en forma.

Estas prácticas militares se fueron extendiendo e hicieron del ejército chino uno de los más poderosos del mundo.

La noticia de estas prácticas militares llegó hasta oídos del emperador, que quedó muy impresionado y se interesó en aprender esos movimientos que hacían tan fuertes y poderosos a sus soldados, pero claro: cómo un emperador acostumbrado a una vida de reposo y opulencia iba a someterse a tan férrea disciplina…

Lo que hacían los militares era muy cansado para él, pensó el emperador, y pidió a sus generales que los mismos movimientos se hicieran más despacio, más suaves, a su medida… y así lo hicieron.

Cuando vieron que esta práctica tenía unos beneficios muy grandes sobre la salud, tanto corporal, mental, como espiritual, (que más adelante explicaremos), se comenzó a extender a toda la población, creándose diferentes escuelas regidas por diferentes familias.

Al Taichí se le incorporó más tarde la Medicina Tradicional China y cada familia o escuela fue creando sus propias Formas y adaptándolas, de ahí surgieron los diferentes estilos de Taichí, siendo todos importantes y ninguno mejor que otro.

El Taichí trabaja los tres fundamentos de la esencia del ser humano: el cuerpo, la mente y el espíritu.

El cuerpo, porque movemos todas las partes de nuestro cuerpo, ejercitándolas con la practica continuada, se trabajan sobre todo tendones y articulaciones, se mueven partes del cuerpo hasta entonces desacostumbradas y se adquiere una forma física envidiable, ya que, todo el cuerpo funciona como una gran bisagra bien engrasada y en perfecto uso.

El Taichí surgió de la idea taoísta de alargar la vida lo más posible y en las mejores condiciones, tanto físicas, como mentales.

Las articulaciones del cuerpo serían como las bisagras de una puerta, si están en constante movimiento están activas, pero si no se mueven, se oxidan, dejando la puerta inutilizada.

Así el Taichí mueve todas las articulaciones, trabaja músculos y tendones, moviliza partes del cuerpo que normalmente parecen olvidadas, lo que aporta salud a quienes lo practican, evita muchos dolores de espalda, cervicales, manos, rodillas, etc.

La mente, porque se trabaja con la gran concentración que se genera, ya que, la mente está totalmente concentrada en el movimiento y evita cualquier otro pensamiento que no sea lo que estamos realizando en ese preciso momento.

Cuando estamos aprendiendo, nos concentramos en el movimiento del maestro, y cuando ya sabemos algo más (y digo sabemos algo más porque siempre estamos en continuo aprendizaje, la perfección no existe, por tanto debemos trabajar pensando que iremos mejorando cada día más y disfrutando del camino), podemos centrarnos en nuestro propio movimiento, evitando así cualquier otro tipo de pensamiento y siendo totalmente conscientes, en cada momento, de lo que estamos haciendo, estamos centrados en el presente, en el aquí y en el ahora.

El espíritu, también se trabaja, ya que, se incorporaron a la práctica marcial una serie de Filosofías venidas de la india para la consecución de la paz interior.

La práctica del Taichí genera un movimiento de energías y una gran paz interior.

Antes de realizar la práctica, es recomendable, y yo así lo hago, hacer unos movimientos que conectan con las energías, por ejemplo: con la del horizonte, la del cielo y de la tierra.

Cuando comienzo mis clases inicio abriendo la conexión: primero abrimos la conexión con la energía del cielo, después con la energía del ser interior y por último, con la energía de la tierra.

Quienes sean más espirituales aún, pueden añadir el abrir la conexión con el Ser Superior, y por supuesto, al terminar la clase, cerrar esa conexión y agradecerla.

Myriam Cobos (Fragmento del mi libro EL TAICHÍ DEL CORAZÓN)
Fotografía propiedad de Myriam Cobos


viernes, 2 de diciembre de 2016

JESÚS Y LAS MUJERES


Muchas eran las mujeres que acompañaban a Jesús...

Siempre se le ha retratado rodeado de hombres, que también le seguían, pero él era mucho más popular entre las mujeres, su magia, su carisma, su forma de hablar y de sentir, calaban mejor en el corazón femenino, más sensible e intuitivo.

Tenía muchas seguidoras, seguidoras que le cuidaban, mimaban, atendían, escuchaban, incluso financiaban con sus bienes…incluso algunas estaban enamoradas de él, cosa muy lógica, pues era un ser muy especial...mujeres, sobre todo viudas, liberadas de la presión masculina dominante, que al estar solas y apartadas de la sociedad veían en él “una salvación”. 

Jesús les daba su cariño y buenos consejos, aunque a veces se sentía agobiado por tanto requerimiento, como humano que era, a veces se enfadaba y quería huir de aquella vorágine que le rodeaba, se apartaba para meditar y entrar en comunión consigo mismo y con el Padre, de ahí salía reforzado para afrontar de nuevo las vicisitudes de la vida y su complicada misión de transmitir su mensaje, no sólo a través de la Palabra, sino de los Hechos.

Entre las mujeres que seguían a Jesús, se encontraba María Magdalena (Myriam de Magdala), su afinidad, empatía y complicidad eran evidentes para todos.


En ella siempre encontraba refugio, comprensión y cariño, era un oasis en medio del desierto, donde saciaba su sed siempre que lo necesitaba.

Estas mujeres son las que permanecieron valientes y amorosas al pie de la cruz, las que presenciaron sus últimos suspiros y se encargaron con todo su cariño de embalsamar el cuerpo de su querido Jesús.

Pero entre todas, María Magdalena fue la que presenció su resurreción, a quien se le apareció para darle la buena nueva, la más afligida y la más deseosa de saber que su amado, se encontraba bien.
                             Fotografía propiedad de Myriam Cobos
Su Amor ha pasado a ser uno de los más grandes y hermosos de la Historia, aunque haya estado siglos oculto y relegado, pero el Amor siempre vence, y la Verdad, tarde o temprano, siempre sale a la luz.

Las generaciones irán pasando, pero su Amor, será Eterno, y llegará el momento en el que se reconozca la figura de María Magdalena como compañera y esposa de Jesús, como dos caras de una misma moneda, como el día y la noche, la luna y el sol… porque los dos, en uno, siempre son.


Myriam Cobos    

¿QUÉ ES EL PROTOCOLO?


A raíz de mi último curso realizado sobre Protocolo, muchos me habéis preguntado qué es, por tanto, he decidido hacer una breve explicación, porque también, aunque muchos crean saberlo, a veces se confunde, y se habla de protocolo sólo cuando se ve algún acto oficial de la familia real, pero el protocolo es mucho más amplio y está en muchos más ámbitos de los que creemos.

El Protocolo es clave en la organización y en la imagen de una empresa, como también lo es en las relaciones internacionales o también llamado Diplomacia, en actos oficiales, culturales etc.

En definitiva, el Protocolo es una serie de instrucciones a seguir para que todo se desarrolle de la manera más correcta y educada posible.

Las Instituciones y las Empresas tienen y deben tener su propio Protocolo, llamado Manual Interno de Protocolo, que es la forma puesta por escrito de cómo se deben hacer las cosas. Incluso empresas, por ejemplo, como M´donals, tienen un manual interno de protocolo muy estricto, estando muy especificadas las funciones de sus trabajadores y de la imagen de su empresa, otros centros de trabajo más pequeños también poseen ese manual que dice qué se debe hacer en cada momento y las funciones exactas de cada empleado.

El término Protocolo, procede del latín “protocollum” y en su significado original se refería a la primera hoja de un escrito, en la cual se marcan unas determinadas instrucciones.

Incluso algunos historiadores indican que existían términos y expresiones protocolarias en documentos como el Código de Hammurabi, en los geroglíficos del antiguo Egipto y en otras muchas referencias escritas de la antigüedad.

Los ámbitos más frecuentes en los que actúa el Protocolo son los siguientes:

- Preparativos relativos a cualquier acto: oficial, social o protocolario, organización, planificación, colocación etc.

- Reuniones de trabajo, comidas de empresa, juntas, seminarios, visitas de empresa, congresos, interrelación entre empresas etc.

- Organización de viajes, exposiciones, excursiones, recepciones, conferencias, presentaciones, actos oficiales, etc.

- Aspectos relacionados con la etiqueta, decoración, marketing e imagen de la empresa, Institución etc.

En Protocolo, además de las normas escritas y la observación de un buen lenguaje hablado, se presta mucha atención al lenguaje no verbal, a aquello que transmitimos con nuestros gestos, con nuestra presencia, de manera que los demás puedan percibir nuestra esencia y la amabilidad que llevamos dentro.

Se dice que Protocolo es una forma de comunicación, transmite mensajes, y por tanto, es deseable que éstos sean, lo más agradables y correctos posibles.


Myriam Cobos